Costa Brava
El Lago de Bañolas en barco
En el centro de la provincia de Gerona, se encuentra la preciosa ciudad de Bañolas, capital del Pla de l’Estany. Si te acercas aquí, te sorprenderá la belleza de sus calles adoquinadas, de sus plazas y de sus edificios civiles y religiosos. Todo ello, bañado por los riegos de salida del Lago de Bañolas. El casco histórico surgió en el siglo IX a la sombra de la construcción del monasterio benedictino de San Esteban, dando lugar a una villa medieval única que hay que conocer y visitar a fondo. Bañolas y su comarca son un lugar de gran interés cultural e histórico y una fuente inagotable de recursos turísticos, deportivos y de ocio.
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El lago natural más grande de Cataluña
Otro de los principales atractivos turísticos de la ciudad, es el lago de Bañolas, el lago natural más grande de Cataluña que, por su valor ecológico, paisajístico y cultural fue declarado como zona integrada en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN). Para disfrutar a fondo y tener una visión totalmente diferente de este paraje único, la mejor manera es dar un paseo en barco por el Lago de Bañolas (te recomendamos que nuestras ofertas).
Visitaréis el Paraje de los Desmayos, una zona bucólica, de las más románticas y peculiares del lago donde las ramas de los árboles se tuercen hasta tocar el agua, como si estuvieran desmayadas y donde encontraréis la fuente de la Filosa y la del Hierro. Tampoco os perderéis las pesqueras, unas construcciones dentro del agua declaradas Bien Cultural de Interés Nacional. Cada una de las 20 que hay tiene un nombre particular y fueron construidas desde mediados del siglo XIX hasta que en 1931 el Ayuntamiento prohibió construir más. Igualmente, hasta los años sesenta del siglo XX, se han ido reformando, lo que ha dado lugar a unas construcciones de diversos estilos que son uno de los emblemas del Lago de Bañolas.
Las visitas guiadas en barco son una buena opción para no perderte ni un detalle de la historia de este lago.
La leyenda del monstruo del Lago de Banyoles
Como casi todos los lugares de belleza excepcional, el Lago de Bañolas también cuenta con una leyenda sobre criaturas misteriosas, caballeros y monjes. Ahí va la nuestra.
Hace mucho tiempo, alrededor del siglo VIII, una bestia gigante vivía en una cueva profunda del lago de Bañolas. Para hacerlo invulnerable, tenía el cuerpo recubierto de escamas, dos grandes alas, unas garras afiladas y una espina dorsal erizada de espetones se le extendía desde el cuello hasta la cola. Dicen que de los ojos le salían llamas de fuego y que su aliento era tan pestilente que al respirar secaba las plantas y al beber envenenaba el agua del lago. Pero sobre todo, era muy voraz. Las ovejas que pasaban por su guarida, desaparecían misteriosamente y los campesinos de Bañolas vivían atemorizados por aquel monstruo que se comía los jabalíes como si nada. Ni dentro de las murallas los aldeanos estaban seguros, cada noche aparecía una puerta destrozada y desaparecía un campesino.
Un día, durante la campaña contra los sarracenos, los soldados de Carlomagno pensaron que sería aún más heroico regresar a casa habiendo matado a tan horrible monstruo. Eso sí, no sin antes haber cobrado de los habitantes de Bañolas una buena recompensa en oro y comida. Armados con lanzas y espadas presentaron batalla a la fiera, una batalla que duró poco: el monstruo sobrevoló al ejército de Carlomagno y los pocos que se salvaron de las llamas que lanzaba por la boca, huyeron despavoridos. Los habitantes de Bañolas, al ver que ni el ejército más poderoso del mundo podía contra el monstruo del lago, pensaron que sólo un milagro les podría salvar. Y eso es lo que fueron a buscar: un milagro en forma de monje.
Por aquel entonces, andaba con el ejército de Carlomagno un monje franciscano de Narbona llamado Mer y del que se decía que podía hacer milagros. Decididos, los aldeanos le suplicaron que los librase del monstruo y éste, accediendo, se dirigió rezando hacia el lago. Y se obró el milagro: cuando se presentó el monstruo, lo hizo con la cabeza gacha y la actitud tan mansa como la de un perro doméstico. El monje se dirigió hacia el pueblo con el dragón siguiéndole a dos pasos. Los habitantes, sorprendidos, quisieron aprovechar la ocasión para matarlo pero el monje Mer les explicó que tanto los campesinos como los animales habían desaparecido a las órdenes de Carlomagno y que la bestia sólo comía raíces y vegetales. El pueblo se quedó mirando al dragón sin saber qué hacer y entonces, un niño salió entre la multitud, se acercó al animal y le acarició la cabeza. Éste, mostrándose cariñoso, se agachó para que pudieran tocarlo los demás habitantes. Así, el monje se lo llevó de nuevo a la cueva para que pudiera descansar tranquilamente y se dice que aún hoy en día, el dragón sigue echando vaharadas pestilentes para que no lo molesten cuando duerme. Así que ya sabes, ten mucho cuidado cuando vayas a visitar el lago de Bañolas!